lunes, 7 de noviembre de 2011

Capítulo X

La casa de Pierre era bastante lujosa. Después se preguntaban por qué nunca quería que fueran a mi pequeño monoambiente. Cuando entramos, se sintió un ambiente fresco. Los padre de Pierre no estaban, por lo que tranquilamente usurpamos los sillones de la sala de estar. Mientras nos acomodábamos, noté a Bordelius muy callado, lo que me hizo pensar mucho. Como ya había entrado en confianza con el viejo, me acerqué y le pregunté qué lo traía tan silencioso.
-Sólo pienso que quien haya sustraído el dinero deberá hacerse presente en Toronto.- Al escuchar aquello, todos comenzaron a prestarle atención.
-¿Y eso quiere decir que...?- preguntó Seb, sin finalizar su duda.
-Espere,- comenzó David, algo molesto- ¿acaso el "sospechoso" no puede estar aquí mientras nosotros estemos allá? - quiso convencer a los demás, pero el investigador planteó su postura.
-El sospechoso, sea quien sea, sabrá que en Toronto es más posible que accedan a sumas de dinero mayores. No querrá perderse esa oportunidad.- Todos nos miramos, sin querer darle la razón- Además, es probable que sea un fan.
-Eso no es tan probable- saltó enseguida Chuck- Si son nuestros fans, desean nuestro bien, ¿no?- nos miró.
-Bueno, nunca se sabe- continuó el viejo.
En realidad no sabíamos el por qué de nuestra insistencia en oponernos a que el viejo se quedara en Montreal.
-¡Estoy harto de ésto!- gritó David- Ese dinero no es tan importante como para seguir con ésto.- Todos asentimos. E incluso empezamos a decirnos entre nosotros. Bordelius nos dijo, desde su imperturbable calma:
-¿Tan poco vale para ustedes la verdad? Quizás lo que aquí se investiga no es sólo un robo.
Nos quedamos en silencio. La duda que nos plantó no parecía sólo un invento, sino que a parir de allí comenzamos a barajar las posibilidades de "más que un robo".
Jeff quiso saber que tenía el detective en mente.
-Cosas de viejo, nada más.- fue su única respuesta. De nada valió nuestra insistencia y enojos. No quiso soltar nada más.- Aún así, la determinación que estoy tomando, y escuchen bien, es de viajar a la ciudad de Toronto, con mis propios medios, para continuar con esta investigación, que ya les ha dado más de un dolor de cabeza.
No fue fácil convencernos de algo semejante. Al final de esa noche, Bordelius estaba incluido ya en el viaje.
Aquellas raras palabras que había pronunciado fueron un primer paso a la verdad.

Mica Grinóvero and Kevin Jones

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