viernes, 7 de octubre de 2011

Capítulo VI

No recuerdo mucho de aquella comida. Solo sé decir que poco a poco, aquel viejo hizo que desandara mi historia.
Al principio, no estaba seguro de querer que alguien más la supiera; a pesar de que había confiado en Seb en cuanto a eso se relacionaba. Parte de mí adolescencia no había sido de lo mejor.
Aquella tarde tuve que recordarme a mí mismo que una vez tuve una madre. Virginia, la mujer que me dio la vida, tuvo que volver a Sarajevo. Su ciudad de origen era esa. Se había marchado en medio de guerras. Era, por supuesto, inmigrante ilegal.
Por un tiempo, fue capaz de enviar un par de cartas a mi casa de ese momento. Las cuales no pude conservar por las reiteradas advertencias de mi padre, quien reclamaba que era mejor olvidar.
Ahora, vivo solo. Lejos de gritos y problemas. Me llevo mejor con mi padre así. Pensando en todo eso, de repente, me dieron ganas de verlo. Así se lo exprese a Bordelius, quien antes de que me fuera me pidió que volviera esa noche. Asentí, sin aún saber si iría o no. Eran alrededor de las seis, ya.
Del otro lado de la ciudad, Seb y David discutían sobre si podrían presentarse esa noche o no:
-Sería algo frustrante para él. ¡Ya no queremos más problemas!- exclamó David.
Jeff sólo no hacia nada a su lado, pensando en quien sabe qué.
Pierre irrumpió en la sala y con gesto serio sólo se limitó a decir.
-Vamos a hacerlo. Vamos a arreglarlo. De alguna manera, debemos arriesgarnos -a lo que Chuck asintió y tomaron sus cosas para abandonar el lugar.
Yo, mientras, volvía al bar. La cabeza me daba vueltas. ¿Por qué le hacía caso al pedido de un viejo loco que hace un día no conocía? ¿Por qué me enojé con Pierre? ¿Qué buscaba?
Cubrí mis dudas con el enojo. Así que ni quise responder a las preguntas de Bordelius. Llegó el momento de la banda de la noche. Escuchar el nombre de Simple plan en aquel bar a medio poblar me hizo olvidarme por un rato y dejarme sorprender.
-Esto es para un amigo que, aunque muchas veces peleamos, sabe que cuenta con nosotros- dijo Pierre y los instrumentos comenzar sus melodías.
Promise. Sonaban increíbles, pero no sabía si hacer caso a las palabras del inicio. Cuando terminaron, Bordelius se paró de su silla diciendo:
-Asombroso. Se ganaron una segunda pista -a lo que todos nos sorprendimos.
Sin embargo, la pista de Bordelius debería esperar, o así lo decidió David:
-¡Que rayos me importa! Lo que nos importa aquí es que piensas tú, Ted.
 Las miradas se posaron sobre mí. Un nudo en la garganta se desató. Abracé a David y a todos como única respuesta. El resto de la noche fue solo música.

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