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miércoles, 30 de noviembre de 2011
Capítulo XI
Eran las 6:30 de la mañana y debíamos abordar el primer avión hacia Toronto, lo que nos hizo sentir bastante nerviosos. En otro compartimento, los empleados de la aerolínea colocaron nuestros instrumentos para nuestra comodidad.
En un principio, yo me iba a sentar con David. Pero en cuanto parpadee, este ya se había sentado con la primer simpática chica que se le cruzó. De manera que no me quedó otra que sentarme con Bordelius, quien ni se mosqueó por mi presencia.
El viaje transcurrió en silencio entre nosotros, puesto que yo ni siquiera trataba de introducir ninguna conversación. En cuanto menos lo esperé, casi dormido escuché que la azafata anunciaba por el parlante, a todos los pasajeros, que debíamos ajustarnos los cinturones para aterrizar con seguridad.
Mientras veía la figura de aquel viejo entre dormido, preparándose para el descenso, me preguntaba: ¿No está perdiendo el tiempo acaso? Sin embargo, allí estaba viajando a Toronto con nosotros. Algo nos unía.
Inmediatamente, aparté aquellas dudas y comenzamos a descender junto con otra gran cantidad de gente. En cuanto nos encontramos en tierra, Pierre exclamo:
-¡Chicos, acá estamos! ¡Toronto, preparate para Simple Plan! - Todos reímos.
Todo pasó muy rápido. Luego de dar unas pocas vueltas por la ciudad, sin alejarnos mucho del hotel, volvimos. Era tarde y todos estábamos algo cansados por el viaje.
Y así me encontré en el hotel, despierto mientras Jeff y David dormían, pensando. La música era mi alivio en momentos en que lo necesitaba, justo como aquel. Tomé mi teclado y me aproximé a un lugar en donde los demás no pudieran escucharme. Algunas notas comenzaron a hacerse presentes en mi mente. Las anoté rápidamente en un cuaderno, el cual guardé muy bien en uno de mis bolsos.
De repente, lo tenía a Jeff con la mano sobre mi espalda.
-¿Qué te pasa hermano?
-Nada, solo estoy algo melancólico. Pienso en mi vida y...
-Y la música. - dijo sacándome las palabras de la boca.
-¿Cómo lo sabes? - pregunté con sorpresa.
-Ja..Los chicos a los que enseño guitarra allá, sienten lo mismo hermano. Me lo dicen siempre. La música es especial.
Y en realidad la música es algo más que especial, pensé. No se ve, se siente. No todos saben lo que es tocar un instrumento o cantar y sentir la extraña sensación de percibir que naciste para ello. Además, el talento no es nada si sólo hace música por el dinero.
Eso y mucho más. ¡Sé me ocurrió la letra para mis notas sueltas!
Ahora, a anotarla.
En un principio, yo me iba a sentar con David. Pero en cuanto parpadee, este ya se había sentado con la primer simpática chica que se le cruzó. De manera que no me quedó otra que sentarme con Bordelius, quien ni se mosqueó por mi presencia.
El viaje transcurrió en silencio entre nosotros, puesto que yo ni siquiera trataba de introducir ninguna conversación. En cuanto menos lo esperé, casi dormido escuché que la azafata anunciaba por el parlante, a todos los pasajeros, que debíamos ajustarnos los cinturones para aterrizar con seguridad.
Mientras veía la figura de aquel viejo entre dormido, preparándose para el descenso, me preguntaba: ¿No está perdiendo el tiempo acaso? Sin embargo, allí estaba viajando a Toronto con nosotros. Algo nos unía.
Inmediatamente, aparté aquellas dudas y comenzamos a descender junto con otra gran cantidad de gente. En cuanto nos encontramos en tierra, Pierre exclamo:
-¡Chicos, acá estamos! ¡Toronto, preparate para Simple Plan! - Todos reímos.
Todo pasó muy rápido. Luego de dar unas pocas vueltas por la ciudad, sin alejarnos mucho del hotel, volvimos. Era tarde y todos estábamos algo cansados por el viaje.
Y así me encontré en el hotel, despierto mientras Jeff y David dormían, pensando. La música era mi alivio en momentos en que lo necesitaba, justo como aquel. Tomé mi teclado y me aproximé a un lugar en donde los demás no pudieran escucharme. Algunas notas comenzaron a hacerse presentes en mi mente. Las anoté rápidamente en un cuaderno, el cual guardé muy bien en uno de mis bolsos.
De repente, lo tenía a Jeff con la mano sobre mi espalda.
-¿Qué te pasa hermano?
-Nada, solo estoy algo melancólico. Pienso en mi vida y...
-Y la música. - dijo sacándome las palabras de la boca.
-¿Cómo lo sabes? - pregunté con sorpresa.
-Ja..Los chicos a los que enseño guitarra allá, sienten lo mismo hermano. Me lo dicen siempre. La música es especial.
Y en realidad la música es algo más que especial, pensé. No se ve, se siente. No todos saben lo que es tocar un instrumento o cantar y sentir la extraña sensación de percibir que naciste para ello. Además, el talento no es nada si sólo hace música por el dinero.
Eso y mucho más. ¡Sé me ocurrió la letra para mis notas sueltas!
Ahora, a anotarla.
Mica Grinovero and Kevin Jones
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martes, 29 de noviembre de 2011
¿Qué hacer?
Miedos, inseguridad.
A no hacer todo del todo bien,
y fallar un poco en el intento.
Que sea un raro error,
y más allá de eso.
Miedos.
A no hacer todo del todo bien,
y fallar un poco en el intento.
Que sea un raro error,
y más allá de eso.
Miedos.
lunes, 21 de noviembre de 2011
Libertad
Déjame tomarte la vida
entre las manos,
y acariciarla
como si el mañana
fuera su último día.
Déjame continuar
con lo que prometimos
o volver a donde estaba,
abismo o perdición.
Déjame volver loca mi mente,
por imaginar tantas veces
si ya no estuvieras.
Déjame sentir
más de lo que digo,
tratando de salir
de esos fantasmas.
Déjame decir
que el día y la noche
no se comparan en nada
y tantos momentos
que quedan atados
a este corazón.
entre las manos,
y acariciarla
como si el mañana
fuera su último día.
Déjame continuar
con lo que prometimos
o volver a donde estaba,
abismo o perdición.
Déjame volver loca mi mente,
por imaginar tantas veces
si ya no estuvieras.
Déjame sentir
más de lo que digo,
tratando de salir
de esos fantasmas.
Déjame decir
que el día y la noche
no se comparan en nada
y tantos momentos
que quedan atados
a este corazón.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Balada del sin razón
El corazón sangra,
e intenta salir de pecho.
Quiere correr desesperadamente,
por los problemas al acecho.
Escapa de pensamientos,
muchas veces incorrectos.
Y de sentimientos
que crujen por dentro.
No se decide si hacerlo,
cada paso determina
y el huir nunca es bueno,
no parece una salida.
Es cuando choca contra todo
y el cielo comienza a llorar.
No es el fin del mundo,
pero no predijo tanto mal.
El círculo no finaliza
como cualquier historia de amor.
Esa vida continúa,
con angustias y temor.
e intenta salir de pecho.
Quiere correr desesperadamente,
por los problemas al acecho.
Escapa de pensamientos,
muchas veces incorrectos.
Y de sentimientos
que crujen por dentro.
No se decide si hacerlo,
cada paso determina
y el huir nunca es bueno,
no parece una salida.
Es cuando choca contra todo
y el cielo comienza a llorar.
No es el fin del mundo,
pero no predijo tanto mal.
El círculo no finaliza
como cualquier historia de amor.
Esa vida continúa,
con angustias y temor.
martes, 15 de noviembre de 2011
Lo que nace de aquellos días de noviembre
Deja de tener sentido,
y el mundo se detiene,
y lo veo perdido.
Con todo lo que va y viene,
el cielo se oscurece
y me olvido.
Olvido que la vida es una,
que el tiempo no es para perder.
Que todo tiene resultado
en esta mente sin escrúpulos,
que intenta caer al abismo
y a la vez mantiene su flor.
Deja de tener sentido
el poner las manos en el fuego,
la frenesí y la locura
como esa vez que solías cantar
que alguna vez terminaría.
Y nada tiene sentido,
todo carece de sentido.
Porque veo que te escurres
entre mis dedos
y la desesperación me encuentra
a la vuelta del laberinto.
Por ese frío verano que pasé,
y trato de no revivir.
Y el invierno que anidó
mis sombrías expectativas.
Deja de tener sentido
que quieras quedarte o irte.
Lo he pasado mil veces,
pero no sé si quiera huirte.
y el mundo se detiene,
y lo veo perdido.
Con todo lo que va y viene,
el cielo se oscurece
y me olvido.
Olvido que la vida es una,
que el tiempo no es para perder.
Que todo tiene resultado
en esta mente sin escrúpulos,
que intenta caer al abismo
y a la vez mantiene su flor.
Deja de tener sentido
el poner las manos en el fuego,
la frenesí y la locura
como esa vez que solías cantar
que alguna vez terminaría.
Y nada tiene sentido,
todo carece de sentido.
Porque veo que te escurres
entre mis dedos
y la desesperación me encuentra
a la vuelta del laberinto.
Por ese frío verano que pasé,
y trato de no revivir.
Y el invierno que anidó
mis sombrías expectativas.
Deja de tener sentido
que quieras quedarte o irte.
Lo he pasado mil veces,
pero no sé si quiera huirte.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Las crónicas que no se ven
Ahí caes en la cuenta.
Ves toda tu vida pasar,
sentís el vacío y la angustia.
Preguntás por qué sin parar.
Callás al no saber qué hacer,
y las lágrimas invaden los ojos.
Miles de puertas que se cierran,
y se cierran los cerrojos.
Pensar en lo que podría haber sido
sólo lo hace peor.
¿Es sólo otro obstáculo más
o debes vivir con temor?
Ves toda tu vida pasar,
sentís el vacío y la angustia.
Preguntás por qué sin parar.
Callás al no saber qué hacer,
y las lágrimas invaden los ojos.
Miles de puertas que se cierran,
y se cierran los cerrojos.
Pensar en lo que podría haber sido
sólo lo hace peor.
¿Es sólo otro obstáculo más
o debes vivir con temor?
viernes, 11 de noviembre de 2011
Tan poco real
Todo está bien.
Y parece que siempre debe haber
un desequilibrio.
Todo estaba bien.
Y de repente las dudas atacan.
Y quiebran.
Y se ven demasiado cerca,
difíciles de controlar.
Dos lados opuestos.
Y ya nada está bien.
Pregunto si algo vale la pena,
si debo escapar y salir.
Si debo correr y dejar de sentir.
Porque pienso demasiado,
y no sé qué pensar.
Porque no entiendo nada,
y no sé qué hacer.
Y el mundo se ha vuelto
tan poco real.
Y parece que siempre debe haber
un desequilibrio.
Todo estaba bien.
Y de repente las dudas atacan.
Y quiebran.
Y se ven demasiado cerca,
difíciles de controlar.
Dos lados opuestos.
Y ya nada está bien.
Pregunto si algo vale la pena,
si debo escapar y salir.
Si debo correr y dejar de sentir.
Porque pienso demasiado,
y no sé qué pensar.
Porque no entiendo nada,
y no sé qué hacer.
Y el mundo se ha vuelto
tan poco real.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Una flor, una risa
Preocupaciones,
de acá para allá.
Sinsabores, y la sombra
que nos apura sin parar.
Pero tenemos
todo el tiempo por delante.
El futuro no importa,
el presente está en nuestras manos.
Y lo que quedó atrás,
es de las experiencias lindas.
Una flor, una risa.
Se aprende de lo más sencillo.
Y sin embargo,
nuestras mentes se encargan
de hacerlos salir
de su más alto trono.
El futuro no importa, ya vendrá.
Por eso hay que seguir.
La vida es una sorpresa,
y eso es lo que interesa.
de acá para allá.
Sinsabores, y la sombra
que nos apura sin parar.
Pero tenemos
todo el tiempo por delante.
El futuro no importa,
el presente está en nuestras manos.
Y lo que quedó atrás,
es de las experiencias lindas.
Una flor, una risa.
Se aprende de lo más sencillo.
Y sin embargo,
nuestras mentes se encargan
de hacerlos salir
de su más alto trono.
El futuro no importa, ya vendrá.
Por eso hay que seguir.
La vida es una sorpresa,
y eso es lo que interesa.
Capítulo X
La casa de Pierre era bastante lujosa. Después se preguntaban por qué nunca quería que fueran a mi pequeño monoambiente. Cuando entramos, se sintió un ambiente fresco. Los padre de Pierre no estaban, por lo que tranquilamente usurpamos los sillones de la sala de estar. Mientras nos acomodábamos, noté a Bordelius muy callado, lo que me hizo pensar mucho. Como ya había entrado en confianza con el viejo, me acerqué y le pregunté qué lo traía tan silencioso.
-Sólo pienso que quien haya sustraído el dinero deberá hacerse presente en Toronto.- Al escuchar aquello, todos comenzaron a prestarle atención.
-¿Y eso quiere decir que...?- preguntó Seb, sin finalizar su duda.
-Espere,- comenzó David, algo molesto- ¿acaso el "sospechoso" no puede estar aquí mientras nosotros estemos allá? - quiso convencer a los demás, pero el investigador planteó su postura.
-El sospechoso, sea quien sea, sabrá que en Toronto es más posible que accedan a sumas de dinero mayores. No querrá perderse esa oportunidad.- Todos nos miramos, sin querer darle la razón- Además, es probable que sea un fan.
-Eso no es tan probable- saltó enseguida Chuck- Si son nuestros fans, desean nuestro bien, ¿no?- nos miró.
-Bueno, nunca se sabe- continuó el viejo.
En realidad no sabíamos el por qué de nuestra insistencia en oponernos a que el viejo se quedara en Montreal.
-¡Estoy harto de ésto!- gritó David- Ese dinero no es tan importante como para seguir con ésto.- Todos asentimos. E incluso empezamos a decirnos entre nosotros. Bordelius nos dijo, desde su imperturbable calma:
-¿Tan poco vale para ustedes la verdad? Quizás lo que aquí se investiga no es sólo un robo.
Nos quedamos en silencio. La duda que nos plantó no parecía sólo un invento, sino que a parir de allí comenzamos a barajar las posibilidades de "más que un robo".
Jeff quiso saber que tenía el detective en mente.
-Cosas de viejo, nada más.- fue su única respuesta. De nada valió nuestra insistencia y enojos. No quiso soltar nada más.- Aún así, la determinación que estoy tomando, y escuchen bien, es de viajar a la ciudad de Toronto, con mis propios medios, para continuar con esta investigación, que ya les ha dado más de un dolor de cabeza.
No fue fácil convencernos de algo semejante. Al final de esa noche, Bordelius estaba incluido ya en el viaje.
Aquellas raras palabras que había pronunciado fueron un primer paso a la verdad.
-Sólo pienso que quien haya sustraído el dinero deberá hacerse presente en Toronto.- Al escuchar aquello, todos comenzaron a prestarle atención.
-¿Y eso quiere decir que...?- preguntó Seb, sin finalizar su duda.
-Espere,- comenzó David, algo molesto- ¿acaso el "sospechoso" no puede estar aquí mientras nosotros estemos allá? - quiso convencer a los demás, pero el investigador planteó su postura.
-El sospechoso, sea quien sea, sabrá que en Toronto es más posible que accedan a sumas de dinero mayores. No querrá perderse esa oportunidad.- Todos nos miramos, sin querer darle la razón- Además, es probable que sea un fan.
-Eso no es tan probable- saltó enseguida Chuck- Si son nuestros fans, desean nuestro bien, ¿no?- nos miró.
-Bueno, nunca se sabe- continuó el viejo.
En realidad no sabíamos el por qué de nuestra insistencia en oponernos a que el viejo se quedara en Montreal.
-¡Estoy harto de ésto!- gritó David- Ese dinero no es tan importante como para seguir con ésto.- Todos asentimos. E incluso empezamos a decirnos entre nosotros. Bordelius nos dijo, desde su imperturbable calma:
-¿Tan poco vale para ustedes la verdad? Quizás lo que aquí se investiga no es sólo un robo.
Nos quedamos en silencio. La duda que nos plantó no parecía sólo un invento, sino que a parir de allí comenzamos a barajar las posibilidades de "más que un robo".
Jeff quiso saber que tenía el detective en mente.
-Cosas de viejo, nada más.- fue su única respuesta. De nada valió nuestra insistencia y enojos. No quiso soltar nada más.- Aún así, la determinación que estoy tomando, y escuchen bien, es de viajar a la ciudad de Toronto, con mis propios medios, para continuar con esta investigación, que ya les ha dado más de un dolor de cabeza.
No fue fácil convencernos de algo semejante. Al final de esa noche, Bordelius estaba incluido ya en el viaje.
Aquellas raras palabras que había pronunciado fueron un primer paso a la verdad.
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sábado, 5 de noviembre de 2011
Capítulo IX
Salí del edificio e inmediatamente me dirigí a mi auto. Arranqué y encendí la radio, mientras comenzaba a ver la calle al final del estacionamiento.
En el camino me crucé con varios bocinazos de los demás conductores, a los cuales no les interesaba el estado de éxtasis en el que me encontraba.
Es que pasa que hay momentos en que un sueño parece perfectamente alcanzado.
¿Qué decir del resto? Solo recuerdo imágenes alegres y una risa parecida a lo irreal. Y recuerdo que Pierre juró desde aquel día creer en la suerte y el destino.
Después de lograr reunirnos en casa de Chuck, fuimos directamente a la radio para retirar nuestros boletos de avión. Al irse el encargado de la radio comenzamos a actuar como niño que ingresaban a la primaria. Cada uno llamó a sus padres, para darles aviso de la buena noticia. Excepto yo.
No sabía explicar muy bien los motivos. Jeff trató de convencerme, pero explicarle por qué no quería llamarlo implicaba contar todo aquello que no tenía ganas de contar.
Entre los festejos y las risas, una estrella me recordó a mi madre. Seguidamente, traté de detener mis pensamientos sobre ella. Pensamiento que, sabía, solo implicarían más melancolía que en otras ocasiones. Salí de mi estado de shock interior mientras los demás se disponían a empacar sus cosas. Pierre estaba llamando a su novia, lo cual se volvió muy gracioso ya que los demás no pararon de hacer raros sonidos para que ni siquiera pudieran hablar. Chuck, imitando a su madre gritó: "¡Cada uno a su casa!".
Todos reímos y comenzamos a salir. Jeff ya había comenzado a hablar de lo asombrosa que sería nuestra pequeña aventura, y ninguno lo dudó. Además, Seb hablaba sobre los lugares que podríamos visitar durante nuestra estadía.
Un pequeño cosquilleo de celos se iba generando adentro mío. Era algo que no podía controlar, realmente. ¿Me habían agradecido suficientemente el haber hecho ese llamado? Al final, todo parecía reducirse a la paranoia de ¿Me quieren o no? No, no podía evitarlo: La melancolía me estaba ganando en un día que debía ser esplendido. Fue entonces cuando afuera encontré a Bordelius. Caminaba solo por una calle casi desierta. Jugando con él, me acerque entre risas.
-¿Sabes qué, viejo? Nos vamos a Toronto.
Bordelius ni siquiera pestañeó al decirle aquello, lo cual no me resultó raro.
-Pues yo debo continuar con mi investigación -me respondió- es por eso que estoy aquí.-En ese momento, los otros salían entre risas y bromas. Al vernos, se acercaron a nosotros. -Si todos siguen con su trabajo, debo hacer lo mismo -nos miró.
No entendimos demasiado, pero fuimos a casa de Pierre como el viejo indicó.
En el camino me crucé con varios bocinazos de los demás conductores, a los cuales no les interesaba el estado de éxtasis en el que me encontraba.
Es que pasa que hay momentos en que un sueño parece perfectamente alcanzado.
¿Qué decir del resto? Solo recuerdo imágenes alegres y una risa parecida a lo irreal. Y recuerdo que Pierre juró desde aquel día creer en la suerte y el destino.
Después de lograr reunirnos en casa de Chuck, fuimos directamente a la radio para retirar nuestros boletos de avión. Al irse el encargado de la radio comenzamos a actuar como niño que ingresaban a la primaria. Cada uno llamó a sus padres, para darles aviso de la buena noticia. Excepto yo.
No sabía explicar muy bien los motivos. Jeff trató de convencerme, pero explicarle por qué no quería llamarlo implicaba contar todo aquello que no tenía ganas de contar.
Entre los festejos y las risas, una estrella me recordó a mi madre. Seguidamente, traté de detener mis pensamientos sobre ella. Pensamiento que, sabía, solo implicarían más melancolía que en otras ocasiones. Salí de mi estado de shock interior mientras los demás se disponían a empacar sus cosas. Pierre estaba llamando a su novia, lo cual se volvió muy gracioso ya que los demás no pararon de hacer raros sonidos para que ni siquiera pudieran hablar. Chuck, imitando a su madre gritó: "¡Cada uno a su casa!".
Todos reímos y comenzamos a salir. Jeff ya había comenzado a hablar de lo asombrosa que sería nuestra pequeña aventura, y ninguno lo dudó. Además, Seb hablaba sobre los lugares que podríamos visitar durante nuestra estadía.
Un pequeño cosquilleo de celos se iba generando adentro mío. Era algo que no podía controlar, realmente. ¿Me habían agradecido suficientemente el haber hecho ese llamado? Al final, todo parecía reducirse a la paranoia de ¿Me quieren o no? No, no podía evitarlo: La melancolía me estaba ganando en un día que debía ser esplendido. Fue entonces cuando afuera encontré a Bordelius. Caminaba solo por una calle casi desierta. Jugando con él, me acerque entre risas.
-¿Sabes qué, viejo? Nos vamos a Toronto.
Bordelius ni siquiera pestañeó al decirle aquello, lo cual no me resultó raro.
-Pues yo debo continuar con mi investigación -me respondió- es por eso que estoy aquí.-En ese momento, los otros salían entre risas y bromas. Al vernos, se acercaron a nosotros. -Si todos siguen con su trabajo, debo hacer lo mismo -nos miró.
No entendimos demasiado, pero fuimos a casa de Pierre como el viejo indicó.
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Noche
Noche de luna,
como la mayoría.
Silencio poco abrumador,
que no interesa.
Cuidadosas puntadas
tras el precipitado
latir de un corazón.
Y se olvida de todo
lo que una vez pasó.
El respirar algo rápido,
y sin embargo, dulce.
Noche de luna.
como la mayoría.
Silencio poco abrumador,
que no interesa.
Cuidadosas puntadas
tras el precipitado
latir de un corazón.
Y se olvida de todo
lo que una vez pasó.
El respirar algo rápido,
y sin embargo, dulce.
Noche de luna.
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